Sinceramente nunca había pensado llegar a esta situación. No me refiero al logro obtenido por Arsenal, sino a la responsabilidad de tener que describir en estas líneas un partido de tal magnitud, donde lo más importante fue el resultado final: NUESTRO ARSENAL LEVANTANDO LA COPA.

Sarandí no quiso quedar fuera de esta final, y por eso más de 25.000 almas dijeron presente. Cada vez que el equipo lo necesitó, fue el público el que con su aliento le dio las fuerzas para ir a buscar el partido. Fue un partido que mayormente dominó Arsenal, desde los primeros minutos. Aunque el América logró equilibrarlo luego de los primeros 10 minutos. Donde comenzó a acercarse al arco de Cuenca,  generó errores en la defensa local,  logrando obtener la ventaja tras una corrida de Rojas que terminó empujando Díaz en su propia valla.

Luego de la conquista el Arse devoró a las Águilas. Generó muchas situaciones de gol, entre las que se destacan un cabezazo de San Martín que llegó a tapar el arquero, para que Calderón tomara el rebote estrellándolo en el palo, y también otro remate de Calderón que daría en el travesaño. Arsenal merecía al menos el empate, pero se iba sin nada al descanso.

La actitud del segundo tiempo fue similar. Arsenal jugaba sin pensar en el resultado favorable que traía de México, y quería ganar este otro partido. Fue un acierto, porque de esta manera se tomó el control del partido, y se siguió inquietando a Ochoa, el portero visitante. Parecía que Arsenal lo tenía dominado, pero América volvería a golpear. Esta vez sin hacer prácticamente méritos, aprovechó una jugada asilada y consiguió el resultado que le permitía momentáneamente levantar la Copa.

Lo que siguió fue todo de Arsenal, con la inclusión de Biagini, Andrizzi y Raymonda, Alfaro pretendía ir con todo a buscar el descuento. El manejo no era demasiado prolijo, parecía que ya no quedaban muchas fuerzas y el único camino era llenar el área de centros, pero con un América muy replegado era difícil ganar en el área.

Por suerte iba a llegar una jugada milagrosa. Andrizzi la ganó en el borde del área, entró luchando contra todos los defensores que intentaban quitarle el balón, pero a pesar de estar por perderlo en tres ocasiones, llegó hasta el área chica donde definió al palo cruzado.

Andrizzi, sacándose la bronca por el penal errado en el Monumental, era el maquinista del último tren a la gloria, ese que parecía escaparse pero que se alcanzó justo a tiempo. Los minutos que restaron fueron solo para que la gente comenzara a saborear la victoria, y los mexicanos quedaran con 9 hombres por su propia impotencia.

Arsenal es el campeón, y es más que justo. Hizo un gran partido, donde a pesar del resultado final no mereció perder y demostró estar a la altura de las circunstancias. A muy pocos les importará ese resultado final, sobre todo teniendo en cuenta que ninguno de los campeones anteriores había logrado terminar invictos, no había por qué ser la excepción.

En el año de nuestro cincuentenario, hay una razón más para que el 2007 sea recordado como NUESTRO AÑO. En menos de dos meses comenzaremos a ocuparnos de la Libertadores, y mas delante de los dos viajes a Japón, pero por ahora disfrutemos este regalo de fin de año que nos dio Arsenal, este Arsenal de satisfacciones.