Se perdieron todas las virtudes del equipo que había empezado en las primeras posiciones del torneo. Protagonismo del partido, muchísimas llegadas de peligro a favor, solidez defensiva, entre las cualidades más rescatables.

Hasta mismo en las últimas dos derrotas se podía rescatar que Arsenal había jugados bien de a ratos. Pero esta noche no encontró el rumbo en ningún momento del partido.

La falta de ideas del equipo de Garnero fue notoria y ahí Banfield hizo la diferencia. Con jugadores de buen pie, supo llevar la pelota contra el piso y trasladarla con inteligencia.

La defensa de Arsenal sigue sin afirmarse, y en el medio se utilizaron muy poco las bandas. La casi nula participación de Leguizamón, se sintió y mucho. Arsenal apenas avisó con un remate desde lejos de Espínola, y un gol anulado a Matos en una posición discutible.

Aún más discutible sería el penal que Ruiz cobró antes del final del primer tiempo, por una falta de Matellán que no existió. Luchetti ejecutó y puso en ventaja al local.

En el segundo tiempo se esperaba una reacción de Arsenal, pero fue más de lo mismo, nuevamente se hundió en sus propias imprecisiones. Igualmente tendría su oportunidad de empatarlo, pero otra vez le cobraron una posición adelantada (al parecer inexistente) a Matos.

A los 27 llegaría un nuevo fallo polémico, ante una salida rápida de Campestrini un segundo penal para el Taladro. Luchetti volvería a marcar, aunque esta vez el uno del Arse alcanzaría a rosar el balón.

Arsenal hizo muy poco para traerse un mejor resultado del estadio de Banfield, pero duele más que la actuación del árbitro sea la que definió el resultado del partido. Dos goles anulados a favor y dos penales en contra, todos dejando dudas, es demasiado en contra para remontar un partido.

Más allá de eso, Garnero deberá replantear el destino futbolístico de este equipo, y tratar de retomar el camino que supo andar durante las primeras fechas del torneo.