Como si fuera casi una costumbre, Arsenal empezó sufriendo. Y esta vez más que nunca, ya que por un lapso de 5 minutos en donde se quedó dormido, Vélez no perdonó y facturó en las tres jugadas consecutivas que generó.

Parecía imposible encarar el partido después de esa seguidilla de golpes, pero Arsenal supo hacerlo. Cuando los reproches comenzaban a llegar desde las tribunas, Matellán ganó de cabeza dentro del área y achicó la distancia. Y en un momento decisivo, antes de llegar al descanso, sería “papu” Gómez el que ganaría por aire y dejaría al Arse apenas un gol abajo en el marcador.

El entretiempo sembraba una idea clara: Arsenal no tenía nada que perder, mientras que Vélez, enfrente, jugaba mucho más que tres puntos.

De esa manera, Garnero se la jugó y fue con todo en busca de más. Con Leguizamón en cancha, plantó un tridente que constantemente esperaba un error rival.

Vélez nunca se decidió entre ir a buscar la definición del pleito, o aguantar el gol de ventaja que aún conservaba. Entre tanta indecisión, llegó una jugada de pelota parada que Gómez aprovechó fuera del área y canjeó por gol. Empate, y aún quedaban treinta minutos de juego.

El Arse siguió insistiendo, pero sin embargo Vélez no se resignaba. Los últimos minutos dejaron en evidencia el desgaste de un partido tan vibrante, y Arsenal se quedó sin fuerzas como para definir el partido.

A pesar de no haber logrado la hazaña del triunfo, se buscó hasta el último segundo. El empate es muy meritorio y festejado, sin embargo queda la sensación amarga de empezar siempre con el pie izquierdo y nunca poder manejar un partido holgadamente.

Se prolongó el invicto en Sarandí, pero de nada sirve si se sigue perdiendo de visitante. Arsenal tiene la necesidad de repetir las cosas buenas que demostró esta noche, y así traer al menos un punto de Tucumán.