Tras cortar la sequía de triunfos de visitante el pasado domingo en La Plata, era importante también conseguir una victoria en casa, donde hasta el momento se marchaba invicto.

En la súper calurosa tarde de Sarandí, Arsenal controló muy bien el primer tiempo presionando las salidas de Boca, y buscando el gol pegándole desde afuera del área.

En defensa apenas sufrió una situación que resolvió bien Campestrini frente a Noir. Hasta el descanso, fue un partido trabado, siendo mérito de Arsenal que Boca prácticamente no haya podido enhebrar una jugada de gol.

Con el correr de los minutos del segundo tiempo, Arsenal comenzó a quedarse sin fuerzas. De a poco Boca fue avanzando en el campo de juego, y en los últimos minutos logró encontrar varios espacios en la defensa de los de Garnero.

Primero avisó con tiros desde afuera, teniendo el más claro en los pies de Gaitán, que tapó brillantemente Campestrini.

Mientras tanto, Arsenal tenía su jugada más peligrosa. En una contra jugada con inteligencia, Carrera terminó desbordando para habilitar la llegada de Leguizamón y Aguirre, que no pudieron llegar a desviar el balón.

Cuando el partido moría, y el empate dejaba un gusto de justicia por lo hecho dentro del campo por ambos, Casteglione desestabilizó a Gracián en el borde del área.

Una pelota ideal para Riquelme, que ayudado por la distancia excesiva de la barrera marcada por Laverni, la metió junto al palo desatando el festejo visitante. En el último minuto enmendó la mala actuación que había tenido el capitán de Boca.

Una lástima que se haya escapado tan cerca del pitazo final, sobretodo porque Arsenal no había merecido quedarse con las manos vacías. Igualmente la actuación fue buena, pero no se terminó de redondear por el bajón que se tuvo en los minutos finales. Se escapó por poco.