Arsenal le demostró a Instituto de Córdoba que tres años de experiencia ininterrumpidos en primera no resultaron en vano.

Con aplomo, serenidad y manteniendo una envidiable tranqulidad, incluso cuando peor la pasó (léase primer tiempo), el elenco de Sarandí aprovechó sus buenos momentos de fútbol en el segundo tiempo y liquidó a un rival que se fue desinflando a medida que transcurrían los minutos, y que terminó dejando una pálida y preocupante imagen.

De entrada el que mejor leyó el partido fue el local, de la mano de los carrileros Gil y Peralta y con la movilidad y habilidad del chiquito Quintana. Por eso, fue el equipo de Rivoira el que tuvo las mejores situaciones de gol en los ’45 iniciales.

Pero la historia cambió radicalmente en la segunda etapa, cuando Quinteros y Ormazábal no solo ajustaron las marcas por los extremos, sino que se animaron a jugar, sumando a Morales al circuito ofensivo y con el aporte invalorable de Calderón, cómplice necesario para empezar a acosar al arquero Caranta.

Con lo anterior, y con algunos ajustes defensivos, Arsenal borró de la cancha Instituto, y cada vez con más decisión y criterio fue creando situaciones propicias para llegar al gol. Primero Calderón y luego Ruiz no pudieron con Caranta, pero a los 26’ y tras una jugada con pelota detenida que necesito dos movimientos, Casteglione se puso nuevamente el traje de goleador y de cabeza convirtió el único gol del encuentro.

De ahí en más, control de pelota, dos prolijas líneas de cuatro hombres, orden y más orden y a disfrutar de un triunfazo.

Justa victoria del Arse que le permitió retomar la senda positiva, el camino que cada día nos tiene más acostumbrado....