La primera mitad del partido fue muy auspiciosa para el conjunto de Sarandí. Tratando de dominar con tranquilidad la pelota, cubriendo bien todos los sectores de la cancha y acertando en las oportunidades de gol generadas, Arsenal se puso en ventaja. Primero con un tiro libre exquisito de Leguizamón y luego con una gran habilitación del mismo jugador para la definición de Obolo. Si hay algo en lo que Alfaro puede confiar es en esta dupla ofensiva que generalmente cumple con goles.

Todo parecía estar a favor de Arsenal. Dos goles arriba y contra un rival que no viene bien, daba la impresión que era un papel que podía asumir sin complicarse. Sin embargo apenas al minuto del complemento ya se oscurecía el panorama. Un rebote de Campestrini, figura en el primer tiempo, le dejaba servido a Cobelli el descuento. Unos minutos después, Newell's encontró a la defensa de Arsenal inexplicablemente mal parada y con una contra llegó al empate.

En esos minutos fatales hasta lo pudo pasar a perder. Extrañamente Arsenal no supo sacar a relucir su mayor virtud: defenderse ordenadamente. Apenas le llevo ocho minutos al local levantar el resultado desfavorable. Con varias situaciones por lado, los tres puntos pudieron ser para cualquier. Finalmente fue un empate que no conformó a ninguno de los dos, significando el noveno partido de visitante en que Arsenal no conoce la victoria.

Arsenal mostró tantas cosas positivas como negativas. En el primer tiempo supo imponerse con autoridad en la cancha y tocó la pelota con criterio como hacía varios partidos no mostraba. El entretiempo marcó un quiebre y lo encontró arriesgando demás cuando el partido parecía estar controlado. Intentó salir a definir el partido y terminó sufriéndolo en arco propio. En otras circunstancias un empate en Rosario hubiese sido más valioso, pero esta vez dejó la sensación de que dos puntos se dejaron en el camino.