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El más capo de Avellaneda | ||||||
Arsenal venció merecidamente a Racing y esbozó una amplia sonrisa en el últimamente desfavorable estadio del Nuevo Viaducto. |
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Por Diego De Mattei | ||||||
Recuperar la alegría. De eso trataba el partido frente a Racing. Y Arsenal cumplió. Espantó fantasmas que merodeaban en torno al técnico Bianco desde fines del torneo anterior y mostró de una vez por todas las agallas suficientes para triunfar de local, en casa, en la “tierra prometida”. Sin mostrar un juego atildado como en el primer tiempo frente Argentinos Juniors en el inicio del torneo, esta vez el arse luchó más de lo que jugó frente a un adversario errático, perdido y vulnerable. En una primera etapa para el bostezo, el Pulpo González con una tijera soberbia despertó a los espectadores y puso el grito del gol en el ambiente cuando se avecinaba el entretiempo. A partir de allí, el encuentro se tornó más entretenido, entre un conjunto local que llegaba con facilidad al área racinguista y un elenco visitante que urgido por empatar se equivocaba aún más que en la primera parte y que sin embargo no pesaba al momento de atacar. El pulpo se lo perdió un par de veces, Raymonda increíblemente también en otra clara ocasión, el segundo gol no llegaba (ni llegó nunca) pero la Academia tampoco tenía resto para el empate y solo cuando pudo realizar un par de arrestos ofensivos chocó con la solvencia de Wilfredo Caballero. Con un Sekagya impasable, con Hirsig dueño del medio, con Caffa y su movilidad y el olfato de gol del Pulpo González más el apoyo solidario del resto, Arsenal hizo escuela en casa y dejó en problemas graves a una academia del horror. |
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